Los juegos musicales y la ley del mínimo esfuerzo

South Park

Recuerdo con cierta nostalgia cuando en los años de mi querido Spectrum, lo que entendíamos por juego musical era la representación de un teclado compuesto por líneas rectas y letras en nuestro televisor de 14 pulgadas. Apretabas la tecla “Q” y se oía una nota, apretabas la letra “R” y se oía otra nota…

Eran aplicaciones que normalmente tenias que introducir tú mismo en el ordenador o con suerte, venían incluidas en alguna cinta de la MicroHobby para nuestro deleite, como por ejemplo aquellos míticos sintetizadores que hacían “hablar” a nuestro ordenador, aunque solo lo entendiésemos nosotros…

Actualmente los juegos musicales gozan de una salud estupenda y consiguen que puedas reproducir a la perfección tu canción favorita de Aerosmith, pero tras todo ese lujo visual y sonoro se esconde uno de los ya olvidados pecados capitales: La pereza

Mmm… espero que este artículo no lo lea el reverendo sur americano que se hizo famoso por sus videos de “los nintendos”, en el que defiende entre otras cosas la epilepsia producida por el demonio o que los juegos son obra del diablo. El citado video aquí por si alguien todavía no lo ha visto. Pero bueno, dejemos los símiles bíblicos y personajes de este talante para otra ocasión y vayamos a lo que nos interesa.

En la fantástica serie de South Park, de la cual me considero seguidor acérrimo, vi hace poco una escena la cual hace referencia al Guitar Hero, escena de la que he extraído la imagen que encabeza este artículo. En resumidas cuentas, lo que sucede es lo siguiente:

Stan y Kyle se encuentran en el salón de Stan junto a un numeroso grupo de amigos disfrutando del Guitar Hero, completando a la perfección la canción de Kansas «Carry On Wayward Son». El padre de Stan se acerca al salón y ve a su hijo y su amigo tocando mientras sus amigos aplauden admirados, tras preguntar a su mujer a que estaban jugando los chicos, decide sorprenderles con su guitarra eléctrica tocándoles la misma canción con la que “flipaban” en la consola y ofreciéndose para enseñarles a tocar una guitarra de verdad…

La reacción de los niños y la respuesta de su hijo es la de mandarle de vuelta por donde ha venido, por decirlo con buenas palabras…

Este extracto, al igual que tantos otros de South Park, escenifica a la perfección la más cruda realidad. Si he empezado el artículo rememorando los tiempos del Spectrum, ha sido con la intención de evidenciar la gran diferencia de los juegos musicales de antaño con los actuales. En mi caso, normalmente me suponían el esfuerzo de crearlos yo mismo (los más simples) o copiarlos letra a letra de un interminable código proporcionado por cualquier revista de la época.

El ejemplo puede parecer un tanto extremista, por lo que me gustaría poner otro mucho más cercano: El Mario Paint. Este juego desarrollado para la Super Nintendo, en el que nos ofrecían la posibilidad de pintar y colorear con Mario y sus amigos gracias al ratón y tableta que incorporaba, incluía un minijuego para crear nuestras propias melodías. En el siguiente video podéis ver un ejemplo de lo que se podía llegar a conseguir:

Que grande era Queen señores…Como habéis podido ver, para crear música en el Mario Paint de la Snes se necesitaba o bien nociones de solfeo o una paciencia a prueba de bombas. Extrapolándolo a los videojuegos en general, podríamos decir que para obtener la satisfacción de un trabajo bien hecho, el sacrificio era mucho mayor que en la actualidad. Si antes no parábamos de jugar a un “plataformas” para ver un par de escenas animadas al final del videojuego, lo cual era todo un lujo para nosotros, hoy en día los videos nos acechan a la vuelta de cada esquina de cualquier nivel.

Esto se hace mucho más evidente en los juegos de música actuales, no se puede negar que el baremo es en general positivo, ya que sin necesidad de saber lo que es un “do menor” podemos encarnar a muchos de nuestros ídolos con resultados increíbles pocos años atrás.

Pero todas estas facilidades responden paralelamente a otro comportamiento, la ley del mínimo esfuerzo. Al igual que los muchachos de South Park, la mayoría de nosotros preferimos poder tocar directamente “Jump” de Van Halen tras rato de práctica (según dificultad) que ponernos a componer canciones con el gran Music de la PSX. Si sustituimos el Music de la PSX por 4 años de conservatorio o clases de guitarra, los juegos musicales actuales ganan por goleada…

Wii Music

¿Quiere decir esto que nos quedaremos sin músicos? ¿Cualquier persona que juegue al Rock Band no se acercará nunca a una batería? No, para nada, al que realmente le gusta la música disfruta de aprender a tocar, pero aunque parezca lo contrario, el avance en juegos musicales nos ha traído cada vez más, juegos más fáciles.

¿Mejores juegos que antes? Posiblemente, el género musical ha “explotado” hace relativamente poco si lo comparamos con otros muchos géneros, por lo que es normal que las todavía seamos testigos de muchas mejoras en este género. Pero la tendencia a seguir de los últimos años, la típica mecánica de apretar los botones que bajan por la pantalla, poco tiene que ver con hacer música, por mucho que nos vendan un mando con forma de guitarra o la sensación sea tremendamente cercana a la de ser una “rockstar”.

Del anterior párrafo, tan solo la batería se salva de la quema, ya que realmente existe un gran parecido con el instrumento real. Con esta reflexión, no pretendo criticar a los juegos actuales, ya que han sido un adelanto en cuestión de diversión y experiencia, que es lo que hay que valorar cuando hablamos de videojuego, pero no debemos olvidarnos de que cada vez más, por muy rápido que bajen “las notas” y muy difícil que lo veamos, en los tiempos del Spectrum “crear” música era mucho más realista que en la actualidad. Es ahí posiblemente, el único “pero” que se le puede poner a como ha evolucionado este género, sensaciones más reales bajo una gran mentira…

2 comentarios en «Los juegos musicales y la ley del mínimo esfuerzo»

  1. Tengo el Music y Music 2 de PSX y la verdad es que he conseguido hacer algunas copias de canciones de discotecas. Era muy entretenido estar cambiando las notas proporcionadas por el programa y modificandolas «al oido» hasta que sonara como la original. Un gran sabor de boca me dejó, sin duda alguna. Pero crear música, aunque sea intentar clonarla, y que te vendan una guitarra con canciones originales y tocar los botones en el momento que te indique los colores descendentes de pantalla, no es lo mismo, ni se le parece.
    Pero para gustos, colores.

  2. Joder David V (perdón). He visto el video del tio este y me he quedao de piedra. Menuda secta que está hecho.
    Os recomiendo que lo veais. Ufff. Increible. Y luego, si no os han herido la sensibilidad o os han puesto de los nervios en el mejor de los casos, siempre podreis recurir a los tranquilizantes. Por que otra cosa, no se puede hacer.

Los comentarios están cerrados.